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lunes, 26 de septiembre de 2011

Una tarde me levanté agitado de una siesta , había una chica al lado mío ,hermosa y desconocida.
Como pude logré que se fuera ,le dije que tenía que salir y esto y lo otro.

Entonces empecé a sentirme peor.El corazón se apuraba más y más y me faltaba el aire., Algo,interiormente me decía que debía corporizar mi odio y resentimiento hacia los demás ,dejar de ser amable porque cada una de esas sonrisas armadas no eran más que una gota de veneno que me aniquilaba.
Así fué como dejé mi laburo de payaso animador de fiestas y me dediqué a poner bombas .
Nunca pensé que fuera tan rentable .Por esa época me dí el lujo de tener cada aparatito inútil que saliera al mercado,consumir dulcemente...

Por las noches,reventaba cajeros ,dándole mi toque personal ( nunca dejé de ser un payaso) y cada máquina que hacía volar ,lo hacía dignamente ,en medio de papel picado y serpentinas.

Nunca llegué a lastimar a nadie ,pero corrí ese riesgo y no me importó . Supongo que dá lo mismo.
Odiar ,todos sentimos odio y yo  lo practicaba a mi manera....

Con el tiempo tuve una moneda importante y me compré una estación de radio ,con la antena más alta 

y el alcance asegurado a millones de personas a quienes hacer llegar mi desprecio.Inventé concursos,
programas llenos de nada  ,horas y horas de música de mierda que la gente escuchaba porque yo la había puesto de moda.
Me había hecho famoso ,mediatico,como dicen ahora y una tarde yendo por la ruta a mi islita en el río 
ví un enorme cartel luminoso,en él estaba mi rostro sonriente ,más amable, mas limpio y más amado que nunca...

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