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viernes, 28 de octubre de 2011

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Puse el grito en el cielo.

El desconocido me arrastró apenas se detuvo el tren en Avellaneda.
Yo ,con los piés aletargados veía todo como a través de una neblina.
Tenía tanta fuerza que me rendí, me dejé llevar.

Mucho antes, en el banco del andén , dibujé un caminito de hormigas sobre la tierra reseca y tuve ganas de recorrerlo de ser chiquita…

Pero la lluvia se lo llevó por completo y me trepé a las escaleritas del furgón.

El desconocido estaba al lado de un improvisado coro de alemanes hippies que cantaban dando saltitos alguna canción de vaya saber que aldea…
Empecé perder pié y me senté en el suelo. El coro iba levantando sus voces y hasta el guarda se acercó a ver que pasaba, no me vió, tampoco a él.

Pensé en la cámara ,en mis zapatillas ,en mi mamá…
Antes de poder gritar, estaba volando .
Él se había agarrado a mi cintura ,empujando hacia afuera ,riendo a carcajadas.

A que no conocés ésta estación? – me dijo al oído…

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