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viernes, 6 de abril de 2012

La tormenta.

Juan salió a la calle a pesar de la tormenta. Yo le dije ; no , le rogué :" esperá , no salgas ahora..."
Al instante nos quedamos a oscuras sin electricidad  y escucho el portazo.

Busqué por todas partes y a tientas un paquete de velas , a mi edad tampoco podía joder mucho por miedo a caerme y quebrarme algún otro hueso.

Pensando en Juan y en la viuda con la que se estaba viendo , rompí dos vasos , hermosos, biselados  de esos que sólo usaba para las visitas... y me dije: "¿ ésto es lo único que puedo hacer? ¿ Es lo único de lo que soy capáz?

Cuando volvió la luz fuí a buscar los álbumes familiares , me tranquilizaba que al menos quedara un registro de algo parecido a la felicidad , ahí estaban congelados mis chicos sonriendo en los cumpleaños ,en placitas en brazos de Juan y en los míos .

Apagué la tele , era hora de hacer algo más ... El relój se apuraba en señalarme que no hiciera nada raro porque ... bueno él ya no tardaba en llegar , en un ratito entraría por la puerta trayendo un kilo de helado y aquella sonrisa que lo hacía inmune a cualquier reproche gastado que pudiera hacerle.

Pero ésta vez mi rebeldía  y todo aquello que fuí guardando y acomodando en las alacenas, junto a la yerba el azúcar y los fideos ahora cobraban un protagonismo que yo no hubiera querido.

Fué así como me decidí por tirarle su costosa dentadura nueva por el balcón para que los coches se la hagan pedacitos ...
Juan  , nunca se atrevió a  preguntarme donde estaban  y yo nunca me atreví a preguntarle a donde iba cada noche ,con quien estaba   cada noche que no estaba conmigo.

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